El valor de decir «no»

¿Puedo decir «no» a ciertas peticiones que me llegan?, ¿puedo decir «no» a ciertas prácticas, de terceros o mías, que me secuestran o hipotecan?, ¿quién me roba tiempo con tanto “sí a todo” o con tanta pereza?, ¿acaso me manipulan los demás o me manipulo yo mismo por no saber decir «no» a tiempo?, ¿en qué me protege el «no»?

En la mayoría de los procesos de coaching directivo y de acompañamiento a equipos emerge la cuestión crucial del «no». Directivas(os) que no saben cómo poner freno a ciertas prácticas, gente que se siente secuestrada e incluso engañada.

El «no» legitima el «sí»

En toda organización nos encontramos con compañeros que quieren evacuar su responsabilidad hacia nosotros, gente que tiene dificultad para concentrarse y que nos pide que hagamos o participemos en cosas/iniciativas/reuniones que recaen su rol.

El «no» conlleva una muestra de autoridad por nuestra parte

Al decir «no» nos exponemos al rechazo, al reproche o a la reprimenda del compañero («qué desagradable eres»); tememos incluso que nos ignore. La autoridad es una capacidad esencial del rol directivo, está muy vinculada a la seguridad interior y la autoestima.

El «no» nos expone más a la soledad

La cual nos confronta con una fantasía de exclusión. El «sí», en cambio, lo asociamos con una fantasía de inclusión en el grupo, nos sentimos agraciados y reconocidos porque nos invitan. Ejercer un rol directivo conlleva mayor soledad, y no conlleva gustar a todo el mundo en todo momento. Un directivo que teme la soledad no está capacitado para ejercer tal rol. Decir “si» a todo es contrario al buen ejercicio del liderazgo.

El «no» conlleva acceder a mayor conciencia respecto al «sí»

Como me señaló recientemente un directivo, “estaba tan acostumbrado al «sí», que ni me ocupaba de él…y ahora me tengo que ocupar del «no”.

El «no» conlleva mostrarnos más responsables

Expresar nuestros deseos resulta fácil, comprometernos para hacerlos realidad es más difícil. Todos conocemos gente que no sabe decir «no», porque evita la confrontación y la soledad, pero luego es incapaz de comprometerse con su «sí». Decir «sí» a otros y comportarse como si se hubiese dicho «no» es una forma de auto-manipulación frecuente.

El «no» representa reconocer nuestro límite

No somos omnipotentes, no somos omniscientes, no podemos mostrarnos omnipresentes. Esa es parte de la grandeza del líder. Reconocer nuestro límite conlleva desarrollar nuestra capacidad de interdependencia, la cual representa un equilibrio entre «saber pedir a otros» y «saber comprometernos con otros».

El «no» representa una declaración de protección por nuestra parte.