La evolución de las creencias

Las creencias son un todo que aplica a un individuo, una cultura, un colectivo, una sociedad: creemos en la lotería e ignoramos el valor de las probabilidades; creemos en nuestra eficiencia operativa presente e ignoramos cómo prepararnos para el futuro, creemos en los colaboradores leales e ignoramos cómo hacer para atraer a los competentes. Nuestras creencias se reflejan en nuestras atribuciones, intenciones y comportamientos. Las creencias funcionan como un pack, tenemos varias interconectadas.

Existe un vínculo entre nuestras creencias y nuestra capacidad para acceder y comprender el contexto. El contexto es lo que da sentido superior y consciente a nuestra acción, lo que nos permite sacar la cabeza del agua, situarnos y compararnos. Para granular la estrategia del negocio o para contribuir a una transformación es muy importante comprender el contexto: el mercado y sus dimensiones es contexto, la biosfera y sus dimensiones (clima, diversidad, contaminación, etc.) es contexto, la ideología y su expresión (medios de comunicación, geopolítica, decisiones políticas) es contexto. El contexto nos aporta pautas para gestionar el riesgo.

La búsqueda de eficiencia operativa y la dificultad para comprender el contexto

El trabajo efectuado con equipos directivos involucrados en granular la estrategia del negocio muestra su dificultad para levantar la cabeza de lo operativo y elevarse a lo estratégico. Los enfoques de eficiencia operativa, la metodología agile, el lean management, han supuesto la imposición de las creencias en lo micro en los negocios. No es malo en sí, pero resulta agotador si solo se hace eso día tras día, año tras año. La gente está en la sala de máquinas sin tener contacto alguno con los del puente de mando.

Otro tanto viene sucediendo con las prácticas de los fondos de capital riesgo para mejorar de manera acelerada el retorno de su inversión. En ese viaje de la creencia-micro algunos han incurrido en daños colaterales en la imagen de marca de la empresa que habían comprado.

Numerosos directivos viven en la creencia de que la eficiencia operativa lograda representa por sí el contexto, lo demás es tratado como teoría, lo que equivale a una ficción. E aquí otra creencia.

Del homo culturalis al homo digitalis

La progresiva digitalización de nuestras vidas es causa y consecuencia de la evolución de nuestras creencias, y está afectando a nuestra comprensión del contexto: a mayor borrachera de información, mayor dificultad encontramos. Cinco son las propiedades interdependientes que retengo del homo digitalis:

El sentimiento de inseguridad y la expectativa de gratificación inmediata

Ante el sentimiento de inseguridad que resentimos, las personas buscamos una gratificación inmediata. Leía una entrevista hecha a un vendedor de IKEA en la que señalaba cómo los clientes manifiestan su frustración si no obtienen gratificación inmediata a su petición. En los negocios, la mayoría de los directivos señala cómo las pautas propias del B2C se trasladan al B2B: la expectativa de respuesta rápida, la frustración ante el revés sufrido, el contagio de la frustración a otros ámbitos de vida, etc. La inseguridad y la búsqueda de gratificación inmediata constituyen dos barreras a la comprensión del contexto.

De sujetos proveedores de contenido a ejecutores de contenido

Esta transformación de creencias es muy profunda ya que significa que a más penetración digital en nuestras sociedades, más el homo digitalis deviene contenido. Y cuanto más contenido somos, mayor es nuestra dificultad para contextualizar. Todos pasamos a ser un contenido que vibra y resuena al compás de otras dimensiones del sistema que nos superan. Esto puede significar el fin del homo culturalis.

Los medios de comunicación y las redes sociales actuan como acumuladores de densidad social

Los medios de comunicación y las redes sociales vibran en resonancia sincronizada, posicionándose como acumuladores de densidad o intensidad social. Significa esto que la verdad deja de estar vinculada a la veracidad para pasar a ser una verdad en función de la densidad social lograda, es decir, en función de la sincronicidad de los medios de comunicación y de las redes sociales en una porción de tiempo hasta elevarla a la categoría de verdad, a la de hecho admitido o a la de práctica reconocida. Como ejemplos de densidad social lograda tenemos los bulos o fake news, adquiriendo la categoría de verdades hasta el extremo de cambiar la dinámica del sistema. Recordemos que la veracidad fué un logro notable del pensamiento ilustrado, muy vinculado a las nociones de cultura y de civilización. Con la veracidad se daban otras creencias reflejadas en forma de valores compartidos.

La formación de tribus y constelaciones efímeras

El homo digitalis se muestra tambien en nuestra forma de construir tribus o constelaciones efímeras basadas en coherencias puntuales (ej.: los antivacunas, los alter COP, los «a favor», los «en contra»). Las nubes representadas a partir de las informaciones virales acaecidas en las redes sociales lo muestran muy bien. Nos entretenemos escribiendo opiniones que bien podríar ser tratadas como ejecuciones del homo digitalis. El auto-engaño es que tenemos una opinión autónoma, creemos entender el contexto pero sólo somos texto en un contexto proporcionado por otros.

Un espejo llamado Google

Google nos hace creer que tiene una respuesta a cualquier pregunta que le hacemos. O nosotros creemos que Google siempre tiene la respuesta. Google sabe de nuestra búsqueda compulsiva y de nuestra necesidad de gratificación inmediata. Google es un espejo que siempre nos devuelve una imagen, aunque sea una fake, para entretener nuestra creencia. El Narciso del homo digitalis lo hace Google con sus devoluciones. Google nos hace creer que aquello que buscamos ya fué buscado por otros, con resultado, aunque éste sea un espejismo y nos induzca en un cebo-click puesto por alguien para atraer tráfico digital a su web.