El modelo como propuesta de mapa

(En un artículo anterior hablé sobre los modelos mentales, entendidos como formatos o creencias inconscientes, aquellas que nos envuelven sin ser conscientes de ello. En este artículo hablo del modelo diseñado, entendido como producto de nuestra creencia reflexionada y consciente, aquella que ha sido depurada desde nuestra experiencia y reflexión).

El mundo está sembrado de modelos diseñados para aplicar a los individuos, los equipos, las organizaciones, la sociedad, y la interacción entre estos. Los hay de todos los colores y sabores.

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¿Qué es un modelo?

Un modelo es un mapa interpretativo y prescriptivo para articular y dar coherencia a la intervención en los sistemas sociales. El mapa propone una representación de la dinámica del territorio (campo de acción) pero es más sencillo que el territorio, es decir, proyecta los vínculos causales principales que suceden en el territorio pero es más sencillo que el territorio. También es una plataforma para ordenar nuestras conversaciones, para que todos hablemos desde el mismo lado.

La colaboración requiere el despliegue de un modelo, su misión es reducir la complejidad en ciertos ámbitos del sistema para permitir mayor complejidad en otros. Todos los sistemas humanos se representan mediante modelos; éstos ordenan de forma visual y verbal nuestro propósito, conversaciones, acciones, capacidades, interacciones, conocimientos, comportamientos, transformaciones, valores, creencias, aprendizajes, objetivos, etc.

¿Para qué sirve un modelo?

El modelo es un recurso para compartir sentido, colaborar y aprender. Nos ayuda a sobrepasar el estadio impulsivo e improvisado de comportamientos y decisiones individuales.

El modelo permite mejoras por perfeccionamiento, experiencia, transferencia de capacidades, anticipación de los problemas estratégico-operativos que podríamos encontrar. También permite la reflexión sobre aquellos otros problemas que habremos encontrado, es decir, un modelo nos permite “aprender antes de emprender” cualquier misión, y “aprender después de haber ejecutado” dicha misión; de lo contrario podemos repetir los mismos errores sin ser conscientes de tal repetición.

Los postulados que sostienen el modelo tienen vocación interpretativa e incluso prescriptiva puesto que sirven para legitimar la intervención y el uso del modelo. No hay modelo sin postulados, basados en supuestos, creencias y experiencias. No siempre los modelos generan experiencias exitosas de terreno, a menudo hay experiencias exitosas que son anexionadas a posteriori por el autor del modelo con el propósito de legitimarlo.

¿Cómo estudiar la propuesta de valor de un modelo?

Cada modelo diseñado hace una propuesta de valor en cuanto a principios activos o constituyentes del sistema y en cuanto a proceso de implantación se refiere. La propuesta de interacción entre esos principios activos sucede desde bucles de refuerzo de un comportamiento o desde bucles de rectificación ó corrección del comportamiento.

La representación o estructura de principios activos que nos propone cada modelo nos resulta más o menos intuitiva, más o menos analógica con la vida real, más o menos comprensible, más o menos aplicable, más o menos interpretativa del comportamiento humano, más o menos ayudadora a nuestro aprendizaje, más o menos prescriptora de acciones.

¿De cuántos principios activos consta el modelo?

A priori, el modelo tiene que representar bien la diversidad de funciones y relaciones que suceden, bloquean o hacen evolucionar el sistema humano. Cuanto menos principios activos interdependientes haga intervenir el modelo, más sencillo será éste de comprender ya que se basará en un mecanismo lineal que nos requerirá menor esfuerzo. A cambio, sentiremos mayor necesidad de acudir a principios activos auxiliares al exterior del modelo para completar nuestra lectura de la realidad. Al revés, cuanto más principios activos contempla el modelo, o cuantas más interdependencias y variantes se dan del modelo, más difícil resultará el modelo de comprender y de compartir con terceros.

Los modelos sencillos representan uno o dos principios activos, lo cual no impide a sus autores etiquetar la realidad que estos representan en términos de complejidad. La visión reductora de principios activos equivale a una reducción de la diversidad, de la contradicción y de la temporalidad presentes en cualquier sistema humano, lo que hace que parte de la realidad del sistema quede fuera del modelo.

¿Los principios activos del modelo representan lo que una persona normal se representa?

La cuestión aquí es si los principios activos del modelo son suficientemente intuitivos como para facilitar la comprehensión y el aprendizaje por parte los miembros de ese sistema humano. Hemos conocido modelos elitistas y retorcidos que tan sólo unos pocos consiguen comprender, lo que les hace caer rápido en el olvido.

¿Los principios activos del modelo se sitúan en el mismo plano o trascienden varios planos?

Un modelo puede contemplar principios activos que combinen el plano del individuo (ej.: la personalidad, el inconsciente, la energía, la presencia consciente, el conocimiento, el compromiso), el plano del equipo (ej.: la cohesión, la calidad del diálogo, la diversidad), el plano del gran grupo (ej.: las rutinas, los rituales, el rumor), el plano del sistema (ej.: la visión, el poder, la innovación), e incluso el plano del ecosistema (ej.: la inclusión, la interdependencia, la colaboración entre sistemas u organizaciones, el reparto del valor).

Cuantos más planos se transcienden, mayor es el postulado de interdependencia entre estos pero también más se acrecienta el esfuerzo de comprehensión y de aprendizaje. Los autores más barrocos, bajo el argumento de que son sistémicos, añaden tantos planos en sus modelos que hace necesario reclutar descodificadores para entenderlos.

¿El modelo postula el equilibrio estable o el inestable?

La mayoría de los modelos diseñados postulan el equilibrio estable del sistema, es decir, su autor ofrece una propuesta de valor ambiciosa para corregir el desequilibrio diagnosticado en el sistema; la mayoría de los modelos representan el bien capaz de rectificar el desequilibrio del sistema. Sin haber intervenido aún en el sistema humano, su autor ya está admitiendo que observa una imperfección en el sistema que su modelo pretende rectificar, lo cual requiere de su intervención y buen oficio. La narrativa quedaría resumida así:

El mundo ahí afuera está desequilibrado, mi modelo puede traer el equilibrio; el sistema conoce la imperfección, mi modelo representa el camino hacia la perfección.

En los sistemas humanos el equilibrio inestable o dinámico es contra intuitivo, es decir, no se ajusta a lo que nuestra intuición nos dice. Personalmente, tengo preferencia por el equilibrio inestable. La vida es equilibrio inestable, perfección e imperfección, la muerte en cambio es equilibrio estable.

Los modelos que promueven el equilibrio estable, fruto de su aplicación, están asentados en proponer bucles correctores y no tanto en proponer bucles reforzadores que permitan al sistema aprender y expandirse.

¿El modelo se asimila al proceso para implantarlo?

Un ejemplo de modelo que se asimila con el proceso es el modelo U de Otto Scharmer. Cada principio activo del modelo se corresponde con una etapa del proceso de implantación. Cuanto más se asimila el modelo al proceso de despliegue, más lineal y procedimental resultará su propuesta y, por lo tanto, más deductivo e impositivo resultará. Cuanto más deductivo e impositivo, más obediencia requiere.