La representación simbólica

Una representación es una acción que consiste en dar voz, actuar, interpretar o escenificar una experiencia o una relación humana que no se puede presentar, “en carne y hueso”. Por ejemplo:

  • No podemos presentar físicamente la forma como se ejerce el poder en las empresas, pero sí podemos representarlo mediante escenas que encarnan el ejercicio del poder, su significado para unos y otros, o el miedo al que se asocia. La tradicional representación simbólica del poder del banquero se corresponde con la imagen de un hombre gordo, redondete, con traje, corbata o pajarita, mirada de usurero y un cigarro habano en la mano.
  • El conflicto entre personas también puede ser representado mediante escenas, con sus emociones y su vocabulario asociado.

El antropólogo G. Durand establece una diferencia entre la semántica, a la que considera estrechamente vinculada a nuestra imaginación simbólica, y la semiótica (o semiología) que se ocupa de forma del estudio de los signos. Una se ocupa de las imágenes mentales y la otra de las palabras:

  • El símbolo (semántica) es un signo polisémico, multivalente y con densidad de sentido, lo que le hace rico y abierto, un símbolo nos reenvía a otro. El círculo por ejemplo se considera un símbolo de nuestro imaginario femenino, el círculo representa el ciclo completo, la totalidad, en el círculo no hay ángulos, todo el mundo se ve. El símbolo está más cerca de la representación, de la relación y por lo tanto del sentido. Hay discursos muy sencillos cargados de sentido por su carga simbólica.
  • El signo (semiótica) siempre tiene un significado limitado; el término “círculo” por ejemplo es un signo con un significado cerrado y limitado. El signo es más sencillo, está más cerca de la presentación y nos sitúa más cerca del simple significado. Hay discursos llenos de palabras sin sentido, precisamente por su pobreza simbólica, por eso los catalogamos como huecos o vacíos. También hay discursos que presentan muchos números y análisis pero que no representan nada para nosotros porque pretenden mostrarse externos a la relación.

Por lo tanto, no es lo mismo «la rueda» como signo y «la rueda» como símbolo. En el primer caso, estamos ante una simple descripción de un objeto o una idea. En el segundo, hay varias interpretaciones de lo que significa una rueda y de las imágenes que esta transmite (Ej.: sentido de repetición…de lo que vuelve, pero también sentido de progreso porque se rueda con ella).

Una hipótesis de actualidad sobre cómo sucede el cambio en los sistemas sociales  (equipos y por extensión organizaciones) es que hay que apoyarse más en representaciones simbólicas (Ej.: representaciones de escenas) que en las buenas palabras (Ej.: discursos o mensajes sobre el cambio). Desde la representación o actuación se llega mejor a la emoción que las palabras.

Hay necesidad de restaurar las representaciones simbólicas que durante décadas quedaron desahuciadas de las organizaciones por el racionalismo y el positivismo.