Una historia valorizadora
Todos aspiramos a ser autores de una historia valorizadora que compartir, un relato de vida que nos presente de forma mejorada ante aquellos con los que nos vamos cruzando por la vida. Aspiramos a que nuestro relato cambie la mirada del otro sobre nosotros, y nos rescate por unos instantes del mundo de los comunes para colocarnos en el de los especiales.
Ya sea en el trabajo, durante el fin de semana o en vacaciones, nos cruzamos con gente que aspira a que le compremos su relato, a que le ofrezcamos reconocimiento por su historia, aunque sólo sea en forma de escucha. Aquellos que no encuentran un relato valorizador se estancan en emociones de tristeza: derrota, desamparo, pesimismo, etc. Cuando le sucede a una organización el orgullo de pertenencia está menoscabado.
A menudo nos motivamos con el éxito de alguien o de alguna empresa exitosa. En ausencia de nuestra propia historia de éxito preferimos contar la de terceros. Los vemos como faros para ayudarnos a navegar hacia el mundo de los excepcionales. Las escuelas de negocios están sembradas de casos de éxito que usan para dar ejemplo. Estos casos representan el mundo de los felices gestores porque en el éxito contado todo sucede como mejor podía haber sucedido. La historia de éxito contada es redonda.
El relato del éxito
Nuestro reto individual y colectivo está en crear un relato que nos ayude a crear las condiciones de nuestro propio éxito ¿Cómo nos generamos el éxito soñado? Los relatos positivos son relatos de la auto-estima y de la confianza en que vamos a actuar de la mejor forma posible lo que acrecentará la imagen de la marca en mercado, transformará la identidad cultural y mejorará el orgullo de pertenencia a la empresa.