Esencias del desarrollo directivo (2011) retiene seis capacidades esenciales para ejecutar con éxito el rol directivo:
La decisión, vinculada a la iniciativa, la autonomía y la asertividad.
La autoridad, vinculada a la seguridad interior y a la experiencia, claves para la cohesión de los equipos.
La organización, vinculada a la gestión de la agenda y de las prioridades.
La comunicación, vinculada a la influencia, a la lectura de situaciones del entorno y al ejercicio del poder (poder desde arriba o desde abajo).
El ofrecimiento de reconocimiento, vinculado a la asunción de responsabilidad y de compromiso por parte de los colaboradores.
El aprendizaje, de uno mismo y del equipo, vinculado al cambio y a la adaptación.
Estas seis capacidades interactúan con las emociones las cuales, cuando aparecen en exceso, se traducen en disfunciones en el ejercicio del rol:
La ansiedad, que se puede traducir en un permanente desbordamiento, en una pérdida de auto-control, en una hiperactividad y en un estrés para sí mismo y para terceros.
El miedo, que se traduce en una inseguridad, un déficit de confianza, que se traducen en un exceso de control de los colaboradores.
La tristeza, que se muestra en forma de queja, irascibilidad, negatividad e incluso bajas laborales.
Ciertas experiencias personales o profesionales atrapan al directivo en la tristeza.
La preocupación y el desgaste, como consecuencia de cosechar fracaso en las reiteradas acciones o iniciativas que se emprenden.